“Me dijeron que si no firmaba, me matarían”. El testimonio de un falso culpable de secuestro




El próximo 6 de junio, Rafael Martínez Cortés cumplirá 3 años tras las rejas después de que policías de investigación de la Ciudad de México lo obligaran, mediante procedimientos de tortura, a declararse culpable del delito de secuestro.  

Pese a que se han presentado pruebas que demuestran su inocencia, Martínez se encuentra preso en el Reclusorio Penal Varonil Norte con una condena de 55 años. Una de las más importantes es el análisis psicológico firmado por el perito-psicólogo del Tribunal Superior de Justicia, Israel Luna Cruz, en el que se confirma que Rafael habría sido sometido a actos de tortura durante su detención y del que deriva una recomendación para investigar los hechos.

 “Me zafaron el hombro; como veían que el dolor era insoportable, me jalaban más”

En su declaración, Rafael Martínez Cortés, detalla que el 6 de junio de 2014, cerca de las 8:00 a.m., se encontraba afuera de la estación del Metro Observatorio esperando a un hombre que dijo estar interesado en comprar el auto que él vendía.

Hasta el lugar llegó una camioneta blanca de la que descendió un hombre que portaba una pistola. Este último se acercó a Rafael, lo golpeó en el hombro por la ventanilla del conductor y lo obligó a bajar del auto. Minutos después, llegaron ocho personas que, sin identificarse, empezaron a golpearlo a la vista de los comerciantes y transeuntes.

Martínez fue presentado ante el Ministerio Público el 7 de junio de 2014, aproximadamente a las 13:00 horas, acusado del delito de secuestro. Con él llegaron otros tres sujetos, todos con golpes y heridas visibles en el cuerpo.

"Llegamos la FAS después de 7 horas de mi detención. Me metieron a un cuarto y me hincaron; seguía esposado. Se subían arriba de mis pantorrillas brincando, me levantaban los bazos hacia atrás y me preguntaban que “qué hacíamos en Observatorio”. Les dije que yo vivía a una calles de ahí. Me golpeaban y decían que no era cierto, que yo era de Martín Carrera. Uno de ellos me jaló del brazo izquierdo para aventarme hacia el suelo y me zafó mi hombro. Empecé a gritar y como veían que el dolor del hombro era insoportable, me jalaban más. Luego me acercaron a donde se oía que alguien estaba escribiendo. Me dieron unas hojas a firmar y cuando quise leerlas, Macedonio ÁNGELES CHICA me golpeó y me dijo que si no firmaba, me mataría, y las firmé sin saber su contenido. Nadie me asistió, ni un abogado ni mi familia porque no me dejaron hacer llamadas. Pasé a la cámara de gesell y decían que diera mi nombre y mi dirección; yo decía mi nombre y al empezar a dar mi dirección, le gritaban a los policías: ¡ya sácalo a chingar a su madre! Fueron como 20 veces”.

La declaración que Martínez Cortés y sus codetenidos fueron obligados a firmar se convirtió en el único elemento inculpatorio y vinculatorio con el que contaba la Fiscalía Especializada para la Atención del Delito de Secuestro (FAS), y fue suficiente para que el Juez Trece de lo Penal declarara culpable a Martínez del secuestro y asesinato de Ángel Martínez Islas, comerciante en la delegación Gustavo A. Madero.

Todo comenzó por una llamada anónima

La pesadilla de Rafael Martínez Cortés empezó la noche del 26 de mayo de 2014, cuando la Procuraduría General de Justicia (PGJ) recibió una llamada anónima en la un hombre de aproximadamente 30 años denunció que el señor Ángel Martínez Islas había sido secuestrado por una banda organizada que operaba en la colonia Martín Carrera, de delegación Gustavo A. Madero.

El denunciante también proporcionó algunos nombres de los implicados, sus direcciones y números de teléfono. Y explicó que los secuestradores habían privado de la vida al comerciante y abandonado el cadáver en las inmediaciones del Río de los Remedios, en el Estado de México.

Según la denuncia anónima registrada a las 21:43, la cual tuvo una duración de apenas tres minutos, los supuestos autores del secuestro eran César Bravo Mejía, alias “El Chícharo”, su hijo y un amigo suyo conocido en la colonia como el “El Tohui”. También se habló de una mujer a quien apodaban “La Enfermera”, quien se encargaba de cuidar a los secuestrados.

Rafael Martínez Cortés era taxista y vivía con su familia en la delegación Álvaro Obregón; la única relación que tenía con la colonia Martín Carrera era una conocida que le manifestó que su esposo estaba interesado en comprar el auto que Martínez conducía y que había puesto a la venta por órdenes de su patrón. Lo que Martínez no sabía es que el negociante era Ceásar Bravo Mejía, alias “El Chícharo”, ni que la PGJ lo consideraba sospechoso de secuestro.

El proceso penal de Rafael Martínez Cortés estuvo plagado de irregularidades: Limedhh

La Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limedhh), la organización Actuar Familiar contra la Tortura y la Red de Alerta Temprana han seguido de cerca el proceso penal de Rafael Martínez Cortés, analizado a profundidad el expediente y trabajado en conjunto con su representante legal para demostrar su inocencia.

El pasado 17 de febrero, dichas organizaciones de derechos humanos presentaron ante el Tribunal Superior de Justicia un recurso poco conocido en México: el amicus curiae (Amigo de la Corte), cuyo objetivo es aportar nuevos elementos al caso para intentar revertir la sentencia de la Corte en contra de Martínez Cortés.

En el documento dirigido a los magistrados de la Tercera Sala Panal del Distrito Federal, que se encargarán de revisar la sentencia emitida por el Juzgado Décimo Tercero de lo Penal en el proceso de apelación del caso, se explica que la investigación del secuestro del C. Ángel Hernández Islas por parte de la FAS está plagada de múltiples irregularidades y negligencias en la integración de la averiguación previa, que derivaron en la muerte del agraviado.

"Los policías de la FAS recibieron la sábana de llamadas de los teléfonos desde donde se comunicaban los secuestradores, sin embargo, nunca llevaron a cabo la geolocalización de los mismos. Tampoco revisaron los videos de las cámaras de seguridad del lugar en el que ocurrió el secuestro y mucho menos entrevistaron a los vecinos o conocidos del ahora occiso. Fue hasta que el periódico El Gráfico publicó la noticia del hallazgo del cuerpo en el Río de los Remedios y hasta que recibieron la llamada anónima que empezaron a investigar”, asegura el médico legista y presidente de la Limeddh, Adrián Ramírez López.

Las irregularidades en la insvestigación del secuestro de Ángel Hernández se hicieron más graves después de que la llamada anónima que recibió la PGJ y derivaron en la detención arbitraria, tortura y sentencia de Rafael Martínez Cortés.

“Los derechos de Rafael se violaron desde la detención, pues los agentes no contaban con una orden de presentación en su contra, además de que lo sometieron brutalmente pese a que ellos eran 8 y estaban armados. También llama la atención el tiempo que tardaron en presentarlo ante la FAS, casi siete horas, cuando el Ministerio Público queda a máximo una hora del Metro Observatorio”, explicó Ramírez López.

De las 78 pruebas en las que se basó el Juez 13 de lo Penal para sentenciar a Rafael, sólo cuatro lo vinculan directamente y se anulan con el certificado de tortura

El 6 de junio de 2014, cuando los policías de investigación de la Fiscalía Especializada para la Atención del Delito de Secuestro (FAS) presentaron a Rafael Martínez Cortés argumentaron que éste había sido detenido cuando intentaba reunirse con César Bravo Mejía, alias “El Chícharo”, para llevar a cabo un nuevo secuestro, esta vez a un contratista de nombre “Francisco”, por lo que lo detuvieron y lo sometieron aplicando la “fuerza mínima”.

En el informe de los agentes de investigación se lee textualmente:

“…Es importante señalar que los presentados oponen resistencia al aseguramiento, agrediendo físicamente a los suscritos, motivo por el cual se utilizó la fuerza mínima necesaria para controlarlos, llevándolos al piso para colocarles los candados de mano y lograr que cesaran en su actitud agresiva y evitar que provocaran daño a la integridad física de los suscritos o de ellos mismos”.

Junto con el informe de la detención, los agentes Marco Antonio Caledonio González, Martín Aángeles Ochoa e Israel Martínez Bermúdez entregaron una declaración firmada por Rafael Martínez Cortés, César Bravo Mejía, Luis Alberto Trejo Blancas y David Juárez Illescas, en la que afirmaban ser los autores materiales del secuestro y asesinato de Ángel Martínez Islas, dedicarse al secuestro e intentar privar de la libertad al contratista de nombre “Francisco”.

“Esto sin duda es inverosímil, pues una persona no se declara a sí misma culpable. No te dice, mira soy secuestrador porque sabe que enfrentará consecuencias muy severas. Además, el abogado defensor debío haberles dicho que ellos no estaban obligados a declarar en contra de sí mismos. Es claro que fueron víctimas de tortura, y la prueba es la declaración preparatoria, en donde los cuatro detenidos negaron su cumpabilidad, es decir, se retractaron de su primer declaración”, mencionó el representante de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos.

La declaración ministerial de Rafael Martínez Cortés y de César Bravo Mejía, arrancada a base de tortura e intimidación, se convirtió en el único elemento en el que el Juez 13 de lo Penal se basó para sentenciar a los acusados. Pues, de acuerdo con el expediente de la causa penal 124/2015, los familiares de Ángel Hernández Islas fueron incapaces de reconocer a Martínez en la cámara de gesell, incluso negaron rotundamente conocerlo o haberlo visto antes por Martín Carrera.

Asimismo, la versión sobre el supuesto secuestro que Rafael y los otros tres detenidos estaban a punto de cometer no pudo ser comprobada por las autoridades. Mientras que la versión de la compra-venta del automóvil fue comprobada por el mismo propietario del auto en venta (el patrón de Martínez Cortés) y por el signo de pesos que tenía marcado.

De igual forma, el ejercicio de geolocalización que realizó la Limeddh y la revisión de la sábana de llamadas de los números desde los que se comunicaban los secuestradores demuestra que Rafael no conocía a César Bravo Mejía, alias “El Chícharo” y que la única vez que mantuvieron comunicación telefónica fue el 6 de junio de 2014, cuando se encontrarían para hablar sobre el auto.

Finalmente, quedó demostrado que Rafael Martínez Cortés no recibió asistencia legal y que las firmas del abogado de oficio que constan en la declaración ministerial, preparatoria y careos son de una persona que nunca se presentó y de la que no existen credenciales que comprueben su capacidad jurídica. Incluso, el Lic. Francisco Sánchez Ríos, defendor de oficio de César Bravo Mejía, demostró que su firma dentro del expediente que sustenta la causa penal 124/2015 fue falsificada, ya que él se encontraba de vacaciones cuando la acción legal se llevó a cabo.

“Es a todas luces un caso de fabricación de culpables, en el que la tortura se vuelve la estrategia principal para arrancar confesiones que no son investigadas y que terminan afectando el proyecto de vida de los inculpados. Rafael fue exhibido ante los medios de comunicación como un delincuente y separado de su familia, cuando lo que pasó es que las autoridades fueron negligentes al hacer su trabajo”, opinó Ramírez López.





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